Perú
sí que sabe de sabores
Hemos vuelto de un
delicioso viaje gastronómico por Lima, llenas de nostalgia y admiración por un pueblo orgulloso de su
historia milenaria y de su tradición culinaria.
Habíamos organizado este viaje con mucha anticipación y trazado una ruta
de restoranes, sitios gastronómicos y productos que teníamos que conocer sí o
sí. Pero Lima nos sorprendería más aún y la oferta de cosas ricas era tan, pero
tan amplia e interesante que nos tentamos muchísimo más de lo que esperábamos.
Astrid
y Gastón
Lo imperdible de lo
imperdible: “Astrid y Gastón” (Cantuarias 175, Miraflores, Lima, Perú), considerado uno de los mejores restoranes de Latinoamérica, por esas
maravillosas coincidencias, estaba ubicado a sólo tres cuadras de nuestro hotel.
Entramos ilusionadas, pero sin reserva, no
obstante, ese pequeño inconveniente se vio solucionado rápidamente por la
recepcionista, quien, con una amabilidad increíble nos instaló en la barra,
donde nos prepararon unos deliciosos y novedosos piscos sour en base a macerados de frutas y
de hierbas, refrescantes, frutosos, herbales, en fin, sorprendentes. A
continuación pedimos nuestros platos: Maripaz un atún sellado sobre risotto de
quinua y una salsa deliciosa, la Carito un pescado blanco sobre un risotto de arroz,
espárragos y alcachofas y yo un pollito de grano con papitas y hongos. Los ingredientes
eran simples, pero las marinadas, las hierbas, las salsas estaban simplemente
extraordinarias. Gastón Acurio se merece
la fama que posee.
Observamos que en la
cocina trabajan al menos 12 personas, y la atención es amable, informada e
impecable.
Al día siguiente
volvimos para el almuerzo: Apenas nos sentamos a la mesa un cocinero se acercó
a explicarnos la carta con amabilidad y sencillez y nos ofreció una panera con
los pancitos más deliciosos que hemos comido en toda nuestra vida. Pancitos de
papa, brioches de rocoto que no estaban picantes, pancitos de camote,
delgadísimos y crocantes grissinis decorados con quínoa aplacaron rápidamente
el hambre, que era mucha.
La Carito pidió un
platillo de degustación con tres bocados distintos: ají rocoto relleno de
cochinillo que se deshacía en la boca, papa rellena con espuma de alcachofas, y tamalito
verde con cordero. La Maripaz, cansada
de tanto exotismo pidió que le prepararan un ceviche a la usanza clásica, a lo
cual accedieron encantados y yo me entusiasmé con algo que jamás habría probado en otro
restorán: un curry vegetariano de papas andinas, verduras varias, granos de
trigo, porotos, sandía, acompañado de un salteado de quínoa, brotes de alfalfa
y huacatay, que de curry tan solo tenía el nombre, como bien ya lo advertía la
carta, pues si bien no lo era, evocaba ese plato tailandés con su suave salsa
de ají rocoto y sus exóticas hierbas y especias. El resultado, extraordinario.
De postre, varias texturas de un fruto rojo de la región, cuyo nombre no
recuerdo, acompañado de perlas de tapioca
y suave salsa de coco. No les he contado que el restorán está instalado en una
casa de principios del siglo XX o finales del XIX, no recuerdo bien. En él
encontrarán toda la sencillez y elegante austeridad que permite disfrutar de
una excelente comida, nada de adornos extravagantes ni lujos europeos, Gastón
está orgulloso de la historia de su país y no intenta disfrazarla de
ultramarinas influencias. Excelente concepto de restorán, sorprendente, gran
ejemplo.
Mercado
Gastronómico en el centro histórico:
Después de visitar la
Catedral y el Convento de San Francisco, tesoro histórico muy bien conservado
que atestigua la vida conventual en la capital de ese virreinato durante el
siglo XVII y siguientes, nos dispusimos a hacer un recorrido por las calles del
centro de la capital peruana, donde nos encontramos con un encantador Mercado
Gastronómico que suele instalarse los sábados, domingos y festivos. Me encantó
el cartel que, tras anunciar los productos en venta, invitaba a los lugareños a
disfrutar de una rica comida a precios muy convenientes con un amigable
“¡Aprovecha limeño!”
Nosotras, aunque sin
ser limeñas, nos paseamos por los puestecitos atendidos por expertos en el
oficio de la cocina: mujeres y hombres, impecablemente vestidos con sus albos
delantales, gorros y guantes de cocina. Ahí conocimos, aunque no probamos los
platos típicos peruanos: carapulcra, seco decabrito, chanfainita, tacu- tacu,
pachamamanca, picante de cuy, sarza de patitas, y las infaltables delicias:
alfajores con manjar, suspiro de limeña, arroz con leche, arroz zambito,
maicillo, mazamorra morada, dulce de
frejoles y anís, dulce de aguaymanto, y unos maravillosos picarones con almíbar
a los cuales no pudimos resistirnos. Esas,
y otras más, eran las sabrosas tentaciones que los limeños podían disfrutar
cómodamente instalados en impecables mesitas y a precios muy económicos. Pero teníamos cita para almorzar en la cevichería
La Mar, hacia donde encaminamos nuestros pasos.
Cebichería
La Mar
(Av. La Mar 770. Miraflores. Lima. Perú)
Otro de los famosos
restoranes de Gastón Acurio, esta cevichería, que está muy de moda, nos
encantó, con su ambiente lleno de vida, moderna ambientación y música alegre y
juvenil. Nos instalamos en la barra, pues podríamos haber esperado una hora
antes de que una mesa se desocupara, y esta
vez nos atrevimos con unos ceviches bien exóticos en base a pescados blancos,
pulpo a la parrilla, jugo de maracuyá y de otras frutas y hierbas exóticas como
el huacatay, cuyo sabor me recordó muchísimo a la ruda. De postre nos repetimos el plato: picarones
con salsa de chancaca y anís, lo mejor.
Restorán
Saqra
(La Paz 646. Miraflores. Lima. Perú)
Justo frente a nuestro
hotel estaba este estupendo, sofisticado y acogedor restorán. La Maripaz pidió
risotto de queso roquefort y la Caro y yo compartimos un tiradito de un
delicioso y fresco pescado blanco cuyo nombre no recuerdo, con azúcar
caramelizada y unas lindas causitas limeñas con pulpo a la parrilla y salsas
misteriosamente aromáticas y sabrosísimas.
Pescados
capitales Cebichería
(La Mar 1337. Miraflores. Lima. Perú)
Otra cevichería de moda
que estaba en nuestra ruta gastronómica, era “Pescados Capitales” también
tiene ese aire de lugar relajado frente al mar, aunque no lo está tanto, que se
ha puesto de moda en Lima. Esta vez pedí un plato que me tenía muy intrigada: tacu
tacu de pallares con pescado del día, en este caso una fresquísima lisa y
motivé las risas del mozo cuando, sin acordarme del todo del nombre de lo que
quería comer le dije: “Yo quiero ese tucu taca de porotos de que tanto me han
hablado…” La Maripazy la Caro, ambas fans de los ceviches probaron más de uno y
quedaron encantadas. El tacu tacu es
algo así como una hamburguesa alargada de porotos pallares y arroz recocido, sabrosa aunque muy poco sofisticada
que, no obstante, combinada muy bien con la glamorosa lisa. De postre,
canutones de tuile de miel rellenos con mousse de maracuyá, exquisitos.
Parque
Kennedy de Miraflores
El Domingo por la noche
nos dispusimos a recorrer el barrio de Miraflores donde estábamos alojadas. El
barrio estaba lleno de vida, y hasta la Municipalidad estaba con sus puertas
abiertas y nos invitaba a entrar a conocer el elegante edificio. La gente salía
de Misa de la Catedral de Miraflores y se dirigía a la feria artesanal que se
instala en el Parque Kennedy de Miraflores, el parque central de Miraflores. Recorrimos
los puestos de artesanía comprando regalitos para la familia y de repente nos
fijamos en una larga cola frente a un carrito muy bien puesto que anunciaba “Dulces
limeños Anita” Parecía como si todos a esa hora del atardecer quisieran comer
algo dulce pues tuvimos que esperar mucho antes de poder disfrutar de aquello
que a los limeños les fascina: los dulces. Con la Carito pedimos arroz con
leche, mazamorra morada y arroz zambito (arroz con leche evaporada, miel de
chancaca, canela, clavo de olor y pasas, sabrosísimo), todo en una misma copa,
bañado con leche condensada y canela, y la Maripaz, por su parte, prefirió el tradicional Suspiro de Limeña.
Otras
delicias populares
Tentadas nos vimos de
probar los bocados que se ofrecían en la calle en los numerosos carritos con
comidas para nosotros exóticas, como, por ejemplo, choclo con queso, que no es,
como yo habría imaginado, choclo con queso derretido, sino, choclo con un trozo
de queso fresco. También quisimos probar las famosas tejas y chocotejas de la
señora Buendía, una buena opción para los muy dulceros, pues estos bocaditos
típicos rellenos de manjar sólido, nueces y frutos secos, tradicionalmente
bañados en fondant de azúcar y hoy también en chocolate, son muy, pero muy
dulces. Las que más me gustaron son las de limón confitado relleno de manjar.
El Mercado de
Miraflores es muy interesante, y me llamó mucho la atención un puesto de todo tipo de cosas frescas
provenientes de la selva, donde pude conocer las vainas de cacao, papitas
andinas de las más variadas formas y colores, y algo verdaderamente
sorprendente y repugnante: los suri, unos gusanos gordos que muchos limeños
comen con mucho gusto. Les recomiendo tomar un delicioso jugo de frutas frescas
por un precio bajísimo y donde “la yapita” es nada menos que otro vaso igual de
grande que el primero.
Reflexión
final y añoranzas
Nos fascinó Lima, con
su gente amable, sus taxistas que hablan bien el español y conocen la historia
de su país y los atractivos de su ciudad, su gente sencilla y gozadora, sus
museos y monumentos bien conservados, sus hoteles 4 estrellas impecables, su
comida típica sabrosa y sus restoranes que han hecho de la cocina un arte
mayor. Nos atrevemos a aventurar que esto es el fruto del orgullo ancestral del
peruano, quien, ya sea de origen indio, mestizo o europeo conoce muy bien sus
raíces y su historia, y se honra de pertenecer a un país que cuenta con siglos
y siglos de civilización y de
refinamiento cultural y artístico.